El peligro se puede evitar con el enfoque adecuado. En primer lugar, los aerosoles deben almacenarse en un lugar fresco y ventilado, alejados de la luz solar directa y cerca de una fuente de ignición que pueda provocar la expansión del gas a alta presión. Nunca se deben rociar directamente sobre una fuente de ignición, ya que el gas o el líquido emitido podría incendiarse. Tampoco se deben golpear, aplanar ni perforar el aerosol, ya que podrían generar chispas y provocar una explosión. Los aerosoles usados o terminados no deben desecharse indiscriminadamente, sino en un área abierta y ventilada, presionando la boquilla contra el viento y drenando el gas restante. Miles de productos se envasan actualmente en aerosoles de alta presión, muy comunes en la vida cotidiana. Con un poco de cuidado y precaución, se convierten en una herramienta práctica y útil.
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